Una propuesta de agenda para la "Primera convención del comercio en Cuba"

Elías Amor Bravo, economista
 
No hay día que no nos lleguen noticias económicas realmente sorprendentes del régimen castrista. Granma se ha convertido, por obra y gracia del partido único que lo edita, en un difusor de informaciones que contribuyen a obtener dos ideas con respecto a lo que ha sido la gestión de la economía cubana en estos 58 años. O que los dirigentes no tenían ni idea, o que se han burlado, de manera sistemática, de los cubanos, obligándoles a creer en una absurda ideología que se cae a pedazos. Solo así se puede comprender ese anuncio a bombo y platillo en la edición de Granma de hoy de lo que llaman los comunistas que elaboran este periódico, “la Primera Convención de Comercio que debatirá acerca de la importancia del sector en el desarrollo económico de Cuba”.

Ni más ni menos. Primera convención de Comercio, que se va a celebrar del 15 al 19 de mayo en el palacio de convenciones de La Habana, organizada, cómo no, por el Ministerio de Comercio Interior y su Centro de Investigación y Desarrollo. Si, tal y como leen y oyen, la primera en 58 años de dictadura comunista. Parece increíble. Esto quiere decir que nunca antes se ha impulsado una iniciativa como ésta. Es decir, que a los dirigentes de la economía diseñada por Fidel Castro, el comercio y lo que representa, les importaba un bledo. Dicho en otros términos: a diferencia de otros países, donde existe mercado, libre elección de bienes y servicios previo pago de precio y oferta abundante y surtida donde elegir, los cubanos han tenido que resignarse a una libreta de racionamiento miserable, comercios en ruinas y un sistema de entrega subsidiada de bienes y servicios de pésima calidad que ha sido, no me cabe la menor duda, uno de los motivos más importantes de desafección con el régimen por parte de los ciudadanos.

Segundo, esta “Primera convención” parece asumir que todo lo anterior no sirve de nada. Y así, se anuncia que “debatirá acerca de la importancia del sector en el desarrollo económico de Cuba”. Al fin alguien ha despertado en esa cápsula de vida artificial que se ha convertido la economía castrista y empieza a pensar en términos similares al resto del mundo. El problema sin embargo, es creer que el comercio en Cuba puede mejorar gracias a las medidas de la actualización de los “nuevos modelos de gestión” en los llamados Lineamientos. Esta es, qué duda cabe, otra vía errónea como ya hemos expuesto en otras ocasiones.

El comercio, la gastronomía y los servicios son las actividades que concentran al mayor número de empresarios privados que se han autorizado por el régimen comunista en la Isla durante los últimos 8 años. Autorizaciones a cuenta gota y con un control absoluto por la planificación central de la economía. Sin embargo, el espacio para la empresa privada libre en Cuba sigue siendo reducido. Los trabajadores por cuenta propia se encuentran limitados por los precios y las limitaciones de los mercados de suministro y la imposibilidad de crecer y aumentar la escala. Las cooperativas no agrarias autorizadas siguen estando bajo el control de dirigentes del partido único que apartan su modelo de gestión de la eficiencia del mercado y la libertad y autonomía de decisiones. En tales condiciones, no es extraño que ni los turistas, hacia los que se orienta este precario aparato empresarial, ni los cubanos de a pie, consideren que los cambios han contribuido a mejorar la situación. Comprar en Cuba resulta caro, limitado en cuanto a elección y en muchos casos, racionado. Si, luego echan la culpa de todo al embargo y se acabó, pero es que los males son mucho más profundos.

En todo caso, no seré yo quién cuestione la oportunidad de esta “Primera convención” del comercio. Lo ideal es que hubiera muchas más, y se que hablara no solo “de los retos y perspectivas del comercio sustentable”, del marketing, la comunicación e imagen; la calidad, inocuidad, medioambiente y protección al consumidor, de logística sustentable y de cosmetología, y el taller de gastronomía y arte culinario, que son los temas que a nivel oficial se anuncian en el programa de esta convención, sino que también se abordasen otros aspectos fundamentales si realmente quieren que el sector tenga futuro en Cuba.

¿Cuáles serían estos temas de la agenda? Les propongo los siguientes: la libre empresa en el comercio, la acumulación de renta y riqueza combinada con la financiación empresarial, la generación de beneficios y valor añadido, los sistemas de aprovisionamiento y logística privados, las fórmulas joint ventures entre cubanos del sector empresarial privado y extranjeros, la innovación tecnológica, el intercambio de experiencias con cadenas logísticas y de valor internacionales, la participación en programas de formación empresarial y directiva, y desde luego, una revisión en profundidad del marco jurídico de los derechos de propiedad para que nadie vuelva a ser confiscado en sus propiedades acumuladas con el ejercicio legal y eficiente de su actividad. 

Si de verdad quieren hacer del comercio una actividad próspera, que ya lo fue en Cuba antes de 1959, son estos temas los que deben ocupar la agenda de la “Primera convención” y no dedicarse a perder el tiempo, que son muchos años dando vueltas sobre los mismos fracasos.

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